Esta idea nace de un Premio Nobel de Química, Linus Pauling, quien afirma que las enfermedades se producen por un desequilibrio molecular en el organismo. En 1970 publica un libro “Vitamin C and the Common Cold” en el que afirma que la ingesta de 1gr. diario de vitamina C, puede reducir en un 45% la posibilidad de contraer un resfriado. Este libro tuvo mucha difusión y las ideas de Pauling, recogidas en lo que se conoce como "Terapia Ortomolecular", tuvieron mucha aceptación.
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Sin embargo, varios estudios independientes, entre ellos los realizados en 1968 y entre 1972 y 1973, demostraron que la teoría de Pauling hacía aguas. Se inoculó a varios voluntarios con el virus del resfriado común; la mitad de estas personas fue tratada con altas dosis de vitamina C y la otra mitad con placebos, varios días antes y después de la inoculación. El resultado fue el mismo para ambos grupos.
Pero estos estudios no tuvieron la misma publicidad...
Desde entonces, 29 estudios científicos con más de 11000 participantes, no han podido demostrar que la ingesta de vitamina C ayude a prevenir o curar resfriados o gripe.
¿Hay que tomarla? Por supuesto. Es un micronutriente esencial, como otros muchos, para el correcto funcionamiento de nuestro organismo. Pero no esperes milagros contra el catarro.
Por cierto, ¿sabes que la naranja no es el alimento que contiene más cantidad de vitamina C? Esto, para otro día...