Lo cierto es que este método de las botellas no tiene ningún fundamento científico. Los perros se guían por su poderoso olfato para aliviar la vejiga. Y si olfatean un lugar idóneo, ya puede haber botellas, garrafas o barriles llenos de agua, que nada impedirá que dejen su sello personal.
El origen del mito es desconocido pero está extendido por medio mundo, desde Sudamérica hasta Japón, donde ha llegado como "espanta gatos". Aunque en el país del Sol Naciente un poco más exagerados que aquí.
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Y para acabar, esta foto que pude tomar en Toledo hace unos días. De colores, tumbadas y sujetas por piedras para que, lógicamente, no rueden. No sé si será efectivo, pero queda bonito.