" - Vaya orzuelo que te ha salido. ¿Has ido al médico?
- No, pero ya me lo he frotado con una llave hueca."
Pues nada, tranquilidad entonces...
Otra variante del mito es que la llave, que en este caso puede ser sustituida por un anillo o una moneda, debe estar caliente. Aquí podríamos aceptar que la curación puede acelerarse porque el calor desobstruye la glándula infectada y facilita su drenaje. Pero es mucho más seguro e higiénico utilizar compresas calientes.
Pero este no es el único remedio "milagroso". Según la cultura popular, para curar esta afección podemos emplear cualquiera de estos métodos:
- Colocar sobre el orzuelo un huevo de gallina recién puesto durante unos minutos.
- Acariciar el orzuelo con la cola de un gato negro.
- En la calle apilas unas cuantas piedras formando una pequeña torre. Te escondes y esperas a que alguien la derribe. El que lo haga, se llevará tu orzuelo.
- Y, para acabar, un remedio muy poético: Cada mañana, vete a la cocina y busca un mortero. Ponte frente a él y recita esto: "“Buen día, señor mortero. Aquí vengo a saludarlo para que me cure este orzuelo." Este ritual hay que repetirlo durante siete días.
¡Mira qué curioso! ¡Siete días! Justo lo que tardan en desparecer la mayoría de los orzuelos.
Aunque generalmente esta afección suele ser leve, no está exenta de complicaciones. Ante su aparición, lo que hay que hacer es acudir a un especialista y, como siempre cuando se trata de la salud, dejarse de zarandajas.