Chemtrails. ¿Nos fumigan desde el cielo?

Es frecuente mirar hacia arriba en días despejados y divisar una gran estela blanca que sale de la parte trasera de un avión. Hay días que son muchas y forman una maraña, una red de "caminos" blancos sobre nuestras cabezas.

Richard Finke fue el primero en bautizarlas como "Chemtrails": rastros químicos. A partir de entonces no han parado de crecer los defensores de una conspiración mundial que está utilizando a los aviones comerciales con maquiavélicos fines: exterminar a la población, provocar enfermedades para enriquecer a las farmacéuticas o modificar el clima "deshaciendo nubes" y evitando así las lluvias.
Imagen: Wikipedia

Como dijo Jack, el Destripador, vamos por partes.

- Exterminio de población. Independientemente de la imposibilidad de fumigar de forma efectiva ningún producto desde la altura a la que vuelan los aviones comerciales, la población mundial ha pasado de de 5.850 a 7.125 millones de personas desde 1997. El maligno villano que esté haciendo esto es un poco chapucero. Le bastaría con romper un botecito con virus de la viruela en el centro de una gran ciudad para conseguir su propósito en muy poco tiempo y sin ser visto cada día por millones de personas.

- Fumigar productos químicos para provocar enfermedades. Los "chemtrails" se forman a unos 33.000 pies de altura (10.000 m.). Santiago García Cid, director de operaciones de la empresa de fumigaciones agrícolas "Trabajos Aéreos Extremeños (TAEX)", afirma lo siguiente: "Si lanzas un producto desde 33.000 pies, simplemente, no llega, se pierde antes de impactar con el suelo. Nosotros lanzamos insecticida a los campos desde 4 o 5 metros de altura porque a partir de los diez  ya se pierde. Utilizamos una cantidad de un cuarto de litro por hectárea, con una disolución de 0,025 gramos de materia activa por litro de aceite mineral, así que imagínate la cantidad que necesitarías para fumigar desde 10.000 metros. Imposible"

- Deshacer nubes para que no llueva. Hay quien dice que existen avionetas cargadas de yoduro de plata para "romper" las nubes y evitar que llueva. En relidad, este producto consigue todo lo contrario: agrupa las pequeñas gotas en suspensión y las hace caer en forma de lluvia o nieve. Es lo que se conoce como "siembra de nubes" Esta técnica fue ideada en los años cuarenta por el químico y meteorólogo Vincent Schaefer. Aunque, como todo, no es infalible. Para que sea efectiva se requiere que existan nubes de evolución vertical que contenga agua sobreenfriada (agua líquida por debajo de 0 ᵒC). Si no hay agua, no podemos hacerla caer. Este método se viene usando en varios países pero su alto coste económico y su poca efectividad (10-12%) hace que no sea una práctica tan extendida como se cree.
En definitiva, no hay posibilidad de evitar la lluvia con aviones sino todo lo contrario.

Pero entonces ¿qué son esas estelas blancas?

Su nombre técnico es el de "Estelas de turbulencia" y están provocadas por dos motivos:

     1.- Un avión a reacción se impulsa gracias a los gases emitidos en la combustión de hidrocarburos. En esta reacción química se genera principalmente dióxido de carbono y agua. Debido al calor de los motores, el agua sale en forma de vapor. A partir de los 8.000 metros de altura, con menos de 40º bajo cero y con unos niveles concretos de humedad, ese vapor se condensa en forma de pequeños cristales de hielo y forman las estelas blancas que, dependiendo de las condiciones de la atmósfera, pueden durar más o menos tiempo, desplazarse o extenderse.

    
Imagen: iagua.es
2.- En la parte superior de las alas, por el efecto Bernoulli, se produce una baja presión del aire que se contrapone a una alta presión bajo las alas. Esa diferencia de presión produce una furza ascendente que permite que el avión pueda volar, pero también provoca el enfriamiento del aire alrededor del ala. Si la humedad relativa es alta, esta depresión y enfriamiento producen la condensación del vapor de agua que forma finas estelas.



Las "Chemtrails" forman parte de una de las teorías conspirativas más extendidas en los últimos años y, aunque numerosas asociaciones meteorológicas (como la AEMET) o ecologistas (como Ecologistas en Acción) las desmienten con argumentos científicos, el poder de los bulos es implacable y es muy frecuente escuchar a alguien a tu lado que mira al cielo y dice, totalmente convencido y con tono solemne: "nos están fumigando"...

Imagen: magonia.com