Halloween

Desde hace unos años, cada 31 de octubre, nuestros niños (y no tan niños) se disfrazan de monstruos para celebrar la noche de Halloween.
 - Pues yo no lo celebro. Es un invento americano que no tiene nada que ver con nosotros.
 - Me parece perfecto y te respeto, pero déjame que te cuente algunos mitos sobre esta celebración.

1.- Es una celebración moderna.

Imagen: druidasmeigasyxanas.blogspot.com
Hace más de 3000 años, los pueblos celtas celebraban el final de la temporada de cosechas y la llegada del invierno con una fiesta llamada Samhaim. Los druidas (sacerdotes celtas) consideraban la noche del 31 de octubre como el momento en que se iniciaba el camino hacia el crudo invierno y esto era aprovechado por las almas de los fallecidos durante ese año para poseer los cuerpos de los vivos. Para evitarlo, los druidas hacían fogatas y conjuros, y la gente dejaba dulces o comida en la puerta de  sus casas para que los espírtus se fueran contentos. Con la llegada del Cristianismo, el Samhaim no desaparece, pero sufre algunos cambios. Hacia el siglo VIII, el 31 de octubre pasa a denominarse Víspera de todos los Santos, "All-Hallows Eve" (Halloween); el día 1 de noviembre es el Día de todos los Santos; y el 2 de noviembre pasó a ser el Día los Difuntos.

 2.- Es un invento americano.
 Ya hemos visto que el orígen está lejos de los EEUU. Lo que ocurrió es que con la llegada de inmigrantes irlandeses en el siglo XVIII, la tradición desembarcó allí. Más tarde, una nueva oleada de inmigrantes de origen celta, a finales del XIX nos trae una fiesta de Halloween totalmente desvinculada de la tradición Cristiana. Se mezcla con otras creencias indias y en la versión colonial, Halloween incluye entre sus tradiciones el contar historias de fantasmas y la realización de travesuras, bromas o bailes tradicionales.

3.- Truco o trato. Otro invento consumista. 
Aunque la costumbre de pedir dulces de puerta en puerta (trick or treat) se popularizó en EEUU en la
década de 1920, su origen es mucho más antiguo. En la Europa del siglo IX existía una tradición llamada souling, una especie de servicio para las almas. El 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos, los cristianos primitivos iban de pueblo en pueblo mendigando "pasteles de difuntos", que eran trozos de pan con pasas. Cuantos más pasteles recibieran los mendigos, mayor sería el número de oraciones que rezarían por el alma de los muertos.
Hacia el siglo XIX algunos sectores de la población consideraban la noche del 31 de octubre como un momento de diversión a costa de los demás, probablemente inspirado por la "noche traviesa" que formaba parte de la cultura irlandesa y escocesa. La diversión consistía en derribar cercos, enjabonar ventanas y taponar chimeneas...en definitiva, en hacer gamberradas que, en ocasiones, rozaban lo delictivo. Como respuesta a esto, en 1920 diversos grupos comenzaron a proponer alternativas de diversión familiar para contrarrestar el vandalismo: concursos de calabazas talladas y disfraces o fiestas para niños y adultos. De este modo, se proponían retomar el espíritu de los primitivos cristianos, que iban casa por casa disfrazados o con máscaras ofreciendo una sencilla representación o un número musical a cambio de alimento y bebida.

4.- Esto en España no se ha celebrado nunca. 
Tal como lo conocemos ahora no. Pero hay lugares en los que se celebra mucho antes que en EEUU y con algunas características comunes:

 En Galicia siempre se ha celebrado Samaín (Samhain), la tradición ancestral que conmemoraban los celtas mucho antes de que el Halloween anglosajón inundará el mundo. Se decoran las casas con adornos grotescos y se vacían calabazas para meter velas (antes se hacía con calaveras y después con nabos) para espantar a los malos espíritus; o disfrazarse de uno de ellos con pieles y cabezas de animales para que pasen de largo.

 En la actualidad, en muchas aldeas gallegas las familias salen por la noche a los cementerios para rezar a las almas de los muertos a la luz de las velas.

Los canarios celebran la noche de los "Finaos", una tradición que hace que todos los miembros de la familia se reúnan en casa para recordar a sus "finaos", es decir, a sus muertos. Normalmente la madre o la abuela cuenta historias, anécdotas y chascharrillos de todos los fallecidos de la familia. En esa reunión familiar no falta una buena merienda con los frutos de esta época: piñones, nueces, manzanas, castañas asadas y almendras que acompañan con vino dulce, anís y ron miel (para entrar en calor). Con el paso del tiempo, esta tradición ha salido a las calles y los pueblos celebran la noche de los finaos con música, bailes y una gran hoguera.

En Cataluña la Noche de los Santos se celebra la Castanyada.
Esta fiesta, que procede del siglo XVIII, tiene una gran protagonista: la castaña asada.
Imagen: huffingtonpost.es

Su origen está relacionado a un antiguo ritual funerario en el que las familias se reunían alrededor de la mesa para recordar a sus difuntos mientras comían frutos típicos del otoño como castañas y boniatos hechos a la brasa, junto a dulces como fruta confitada y panellets. Además de honrar a los muertos, los catalanes celebran así la estación del otoño.

El País Vasco tiene también su castañada: la Gaztañerre Eguna, es decir, la fiesta de la castaña asada. Es una tradición gastronómica en la que familia y amigos se reúnen para celebrar una cena merienda donde no pueden faltar caracoles en salsa, motokil (una masa hecha con harina de maiz), y castañas asadas de postre.
 

 En Begígar (Jaén) los vecinos hacen algo muy curioso: salen a la calle con cazuelas llenas de gachas para tapar las cerraduras de las casas. La tradición dice que de esta manera se espantan a los malos espíritus de las casas. También es costumbre comer tortillas con chocolate, poner lámparas de aceite en las casas para guiar el camino de los muertos y honrar a los difuntos en el cementerio.

En Extremadura, el 1 de noviembre es el Día de la Chaquetía. Según la tradición, mientras los mayores se reúnen en torno a unas buenas migas o unas gachas, los niños salen el día anterior por las calles del pueblo para pedir a los vecinos los frutos otoñales que formarán esta popular merienda. Los pequeños van cantando cosas como "Tía, tía, dame la chiquitía, que si no no eres mi tía" o "Tía la chaquetía, los pollos de mi tía, unos cantan y otros pían, y otros piden ¡castañas cocías!".

Y hay muchas más. Como ves, son tradiciones ancestrales, y son nuestras, no son americanadas. Es cierto que no es lo mismo que se ha popularizado ahora, que es algo muy comercial (¿y qué fiesta no lo es?) y que es una forma de celebración "nueva".

Si no lo quieres celebrar, no lo celebres. Si lo quieres celebrar, celébralo.
Si nos organizamos y nos respetamos, cabemos todos.

Por cierto, ¿no te apetece ver esta noche la magistral obra "Don Juan Tenorio"? Venga, invito yo.

Feliz Víspera de Todos los Santos. Feliz Halloween.