Epitafios famosos...pero falsos.

1 de noviembre, Día de Todos los Santos en la tradición cristiana. Una jornada de visita a cementerios para rendir homenaje a los que se han ido. 

No son pocas las lápidas en las que podemos encontrar epitafios que, con mayor o menor acierto, reflejan lo que podría ser las últimas palabras del difunto antes de emprender el útimo viaje. En la red de redes encontramos supuestos epitafios inscritos en las lápidas de varios personajes ilustres. Pero, como ocurre con muchas de las informaciones que navegan por Internet, no son más que bulos. Vamos a ver algunos de ellos:

- "Perdone que no me levante", Groucho Marx.

Ya hablé de este epitafio en una entrada del blog. http://mitosybulos.blogspot.com/2019/11/disculpen-que-no-me-levante.html

Imagen: www.diariodelaribera.net
La realidad es que en la lápida del gran cómico de origen judío, solo aparecen las fechas de su nacimiento y muerte, y la estrella de David

Es cierto que Groucho pidió a su familia que inscribieran el famoso epitafio en su lápida, pero su deseo no fue cumplido.

 

 

- "Ya decía yo que ese médico no valía mucho", Miguel Mihura.

Imagen: http://www.entrepiedrasycipreses.com

 

 Este periodista, escritor y dramaturgo, autor de obras como "Tres sombreros de copa" y "Ninette y un señor de Murcia", desde muy joven se codeaba con el humor trabajando en revistas de esa temática: Macaco, Buen Humor, Muchas Gracias... Este aspecto de su personalidad, tan presente en toda su obra, fue caldo ideal de cultivo para el nacimiento de esta leyenda urbana. Seguro que Mihura, que falleció a los 72 años por problemas hepáticos, dijo esa expresión o alguna similar a sus familiares y amigos, pero lo cierto es que, en su lápida, no aparece tal epitafio.






- "Desde aquí no se me ocurre ninguna fuga", Johann Sebastian Bach.

 Este curiosos y divertido epitafio es popularmente atribuido a la tumba del famoso compositor alemán.

Imagen: http://www.efemeridespedrobeltran.com

Bach fue cantor y director musical de la iglesia de Santo Tomás, de Leipzig, desde 1723 hasta el final de sus días, en 1750. Es aquí donde se encuentra su tumba, sellada con una lápida sobria, sin epitafio. 

Su tumba original se encontraba en la iglesia de San Juan, de la misma ciudad. Parece ser que el pastor de esa iglesia, a finales del siglo XIX, quiso trasladar los restos de Bach desde el cementerio a un lugar más "digno". El problema era que nadie sabía a ciencia cierta cuál era la tumba del compositor, por lo que, tras una ardua búsqueda, decidieron exhumar un montón de huesos y tablas de madera de donde pensaban que podía estar enterrado. En conclusión: el famoso epiatfio no existe y, además, hay serias dudas de que los restos enterrados en Santo Tomás sean de Johann Sebastian Bach. Cosas de la vida...y de la muerte.



- "Solo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo", Miguel de Unamuno.

Termino el artículo con el gran Miguel de Unamuno. Escritro, filósofo, Rector de la Universidad de Salamanca... Una figura imprescindible en la historia de la Literatura Española


Miguel de Unamuno era un hombre religioso, pero con unas ideas muy acordes con su formación filosófica. En "Mi religión y otros ensayos" (1910), podemos leer que Unamuno es creyente, o al menos, ese es su deseo: "Nadie ha logrado convencerme racionalmente de la existencia de Dios, pero tampoco de su no existencia; los razonamientos de los ateos me parecen de una superficialidad y futileza mayores aún que los de sus contradictores. Y si creo en Dios, o, por lo menos, creo creer en Él, es, ante todo, porque quiero que Dios exista, y después, porque se me revela, por vía cordial, en el Evangelio y a través de Cristo y de la Historia. Es cosa de corazón."

Lo que deja claro es que no se considera ateo, por lo que el supuesto epitafio carece de sentido.

Pero vamos a la prueba concluyente. El nicho de Unamuno se encuentra en el cementerio San Carlos Borromeo, en Salamanca. En él podemos leer la última estrofa del "Salmo III", que forma parte de su libro "Poesías", escrito en 1907: "Méteme Padre eterno en Tu pecho, misterioso hogar, dormiré allí pues vengo deshecho del duro bregar".

Pues eso, Amén.

 




El Cristo Negro de Cáceres

Cada año, la Semana Santa llena nuestras calles de recogimiento, historia, tradición y leyenda. 

 

En este artículo viajaremos a Cáceres, donde encontramos una de las cofradías más antiguas de Extremadura:  la muy Solemne, Venerable y Pontificia Cofradía Hermandad Penitencial del Santo Crucifijo de Santa María de Jesús, conocido popularmente como "el Cristo Negro".

Cristo Negro de Cáceres
Imagen: sociedadantropologia.es


En la noche del Miércoles al Jueves Santo, exactamente a las 12, el Mayordomo de la Cofradía golpea tres veces la puerta lateral de la concatedral cacereña y, en medio de un sepucral silencio, grita: "¡Que salga la Hermandad del Criso Negro! ¡Dios lo quiere así!". Comienzan a desfilar entonces entre 50 y 59 cofrades con hábito benedictino de color negro y la cara tapada, acompañando a una talla de madera negra, datada en el siglo XIV, pero cuyo origen es el primero de los muchos misterios que la rodean.

Cristo Negro de Cáceres
Imagen: extremadura7dias.com
El orígen del Cristo no está claro. Se cree que pudo ser tallado con madera de Iroko, un árbol sagrado de Etiopía, que le da ese color tan característico. Lo poco que se sabe de esta imagen es que está vinculada muy directamente a una familia judía que llegó a Cáceres, procedente de Ávila, durante la reconquista, en el siglo XIII, y que dicha familia pudo tener alguna relación con el país africano.

Lo que sí tienen claro los cacereños y visitantes, es el halo de misterio y temor que ha rodeado a este Cristo a lo largo de la historia. Tal vez, el hecho de ser sacado en procesión en época de epidemias, como la peste, y haber presidido ejecuciones, siendo lo último que el condenado veía antes de morir, expliquen de cierta forma el temor.

Un temor que se hace patente de diferentes formas:

- Las personas que se acercaban al Cristo bajaban la vista porque creían que mirarle a los ojos dejaría ciegos a los que estuvieran en pecado.

- Los cofrades usan guantes negros puesto que, según la leyenda, quien toca al Cristo sin el debido respeto muere de forma instantánea. Aún con los guantes, antes de tocar la talla, se debe rezar un Padrenuestro. Tanto era el miedo, que pagaban a los pobres para que se encargaran de su limpieza, realizada con cebolla y vino. Esta creencia está tan arraigada que, aún hoy, mucha gente se muestra temerosa a besar la talla.

- Entre los siglos XIV y XVII, los fieles se acercaban al cristo de rodillas y con la cabeza agachada,
Cristo Negro de Cáceres
Imagen: hoy.es
por miedo a ser sufrir castigo divino.

- Cuando alguien era juzgado por delitos de sangre, la familia solicitaba ejecutar la sentencia ante la presencia del Cristo Negro. Curiosamente, estas sentencias nunca llegaban a término.

- Según cuentan algunas personas, se conocen casos de gente que se ha burlado del Cristo y han sufrido terribles desgracias.

- En la actualidad, muchos visitantes se sorprenden por el agradable olor a flores frescas que perciben en la capilla del Cristo. Flores que no existen.

Si alguna vez váis a ver la procesión del Cristo Negro (cosa que me gustaría hacer no tardando mucho), hay que hacer muchas fotos donde aparezcan ventanas de las casas y palacios cacereños. Cuentan que se pueden ver ventanas abiertas, cuando en realidad estaban cerradas...o lo que es más interesante, en la Casa-Museo Árabe Yusuf Al-Burch, puede que tengas la suerte de fotografiar en una ventana, al fantasma de la mujer que, según dicen, vive allí.